En este post, que llega tarde, pero más vale tarde que nunca, os voy a contar mi experiencia en Varsovia, que como ya os conté en el post anterior es una de las ciudades que visitamos en nuestro primer viaje con Airhopping.
Varsovia es una ciudad pequeña pero muy acogedora que se puede visitar perfectamente en tres días.
Nos alojamos en un hostel muy cerquita del centro, justo detrás de la plaza central de la zona antigua de Varsovia. Como estaban pintando la zona del hostel donde teníamos la habitación nos dieron un apartamento independiente con buhardilla que era muy acogedor, con una pequeña cocina.
Para llegar al apartamento teníamos que atravesar algunos callejones como este
Varsovia es una ciudad muy limpia y muy cuidada. Después de a II Guerra Mundial quedó totalmente destruida. Por eso toda la parte vieja, la que se encuentra dentro de las murallas está reconstruida tal y como era antes de la guerra.
Es una ciudad muy fácil de recorrer ya que la mayoría de monumentos y edificios interesantes se encuentran en línea recta saliendo desde la plaza.
Es una pena que el Palacio Real estuviera en obras cuando fuimos, aún así es precioso el contraste de colores que hay en la plaza, sobre todo en un día soleado.
Actualmente, el Centro Histórico de Varsovia es Patrimonio de la Humanidad y toda la zona de dentro de las murallas está lleno de sitios con encanto. La verdad es que es una ciudad muy fotogénica.
Una de las zonas más bonitas, sin duda es la plaza del mercado.
Nosotros fuimos en invierno y la verdad es que pasamos mucho frío. Todos los lagos de la ciudad estaban congelados, creemos que podríamos haber disfrutado más en primavera o verano, pero en invierno también tiene su encanto porque hay mercadillos de Navidad, lucecitas y adornos por todas partes.
En Varsovia se encuentra el Museo de Marie Curie, ya que es su ciudad natal. Una estatua de bronce recuerda a esta célebre mujer.
Fuera de las murallas, encontramos la zona nueva de Varsovia y la zona financiera. Una placa en el suelo recuerda al guetto judío construido durante el Tercer Reich.
Varsovia es una ciudad de contrastes, a los pies de la zona financiera, encontramos un edificio antiguo medio en ruinas.
El símbolo de Varsovia, sin duda es la torre que alberga hoy en día el Palacio de la Cultura y la Ciencia, que fue un regalo que la Urss le hizo a la ciudad de Varsovia.
Además de edificios, Varsovia tiene muchos parques y zonas verdes.
En esa época del año, los lagos de los parques estaban congelados.
Una de las cosas que descubrimos es el ruido que se hace al tirar un trozo de hielo sobre un lago helado. Es muy curioso e hipnótico. Es genial seguir descubriendo cosas tan básicas por primera vez.
Varsovia es una ciudad bastante asequible, la gente es encantadora por lo general, y la comida está bastante rica. Si queréis probar algo típico, el goulash, es uno de los platos típicos de Polonia y Hungría. Es un guiso de carne que habitualmente se sirve dentro de un pan que se come al terminar.
Algo muy polaco es comer un panini extra largo en un puesto callejero, y por supuesto las bebidas y vinos dulces calientes.
Recomiendo esta ciudad 100%. Lo más práctico es hacer una ruta por Polonia,visitando además otras ciudades como Cracovia, incluyendo la excursión de Auschwitz y las minas de sal, o algunas otras ciudades con encanto como Gdansk o Wroclaw, que además ha sido elegido el mejor destino europeo en 2018.
También podéis combinarlo con la visita de otras ciudades cercanas como Berlín, Budapest o Praga, de manera económica mediante Interrail o Airhopping, como fue nuestro caso.
Espero que os haya gustado este post y que os animéis a visitar esta preciosa ciudad.
Hasta pronto.
Hasta pronto.
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