En primer lugar empezamos por Galicia. El viaje se nos hizo eterno la verdad ya que fuimos en nuestro coche desde Madrid hasta la zona de las rías bajas, unas 6 horas y media de trayecto.
El lugar donde nos alojamos fue en San Vicente de O Grove, que es una zona muy tranquila, en un hotelito que se encuentra en medio del bosque. La verdad es que fue muy económico y a parte muy tranquilo. Desde aquí pudimos movernos perfectamente y a pocos metros teníamos un par de playas vírgenes que casi siempre estaban vacías y desde las que se veían unos atardeceres impresionantes.
Esta zona se encuentra muy cerca de algunos pueblos famosos como Sanxenxo y O Grove y de la playa de la Lanzada, una playa bastante turística pero que no está muy masificada porque es enorme, como podéis ver en la siguiente foto, tomada desde el mirador de Siradella.
Por esta zona hay muchísimas playas de las que disfrutar. A nosotros nos gustó mucho la Playa Mayor, cerca de Sanxenxo, un pueblo que merece la pena visitar también.
La isla de la Toja se encuentra cerca de O Grove y se accede a ella por un puente, tanto a pie como en coche. Merece la pena recorrerla caminando y ver a sus burritos. Eso sí, está prohibido darles de comer por su salud.
En O grove era donde comíamos la mayoría de los días, por un precio bastante económico y donde íbamos a ver las puestas de sol. El puerto tiene mucho encanto y sacamos unas fotos muy marineras allí.
Sin duda una de las cosas que nos atraía de Galicia era comer bien y económico y lo conseguimos, además por aquí la gente es super amable, nos encantó.
Otra de las zonas que se pueden visitar por los alrededores son el pueblo de Combarro, con mucho encanto y famoso por su típicos hórreos.
Si os gustan las ciudades más grandes para poder ir de compras y demás, muy cerquita se encuentra Pontevedra y Vigo un poco más alejado. A nosotros nos gusta combinar un poco de todo en los viajes. Fuimos de compras, a la playa, a disfrutar de la gastronomía y de la naturaleza también, así que esta zona me parece perfecta para combinarlo todo.
Una de las rutas que hicimos fue la ruta de la piedra y el agua, que empieza cerca del municipio de Meis. Esta ruta, además de otros lugares, la conocimos gracias a la recomendación de una chica que sigo en Instagram que vive por esta zona y tiene unas fotos increíbles de Galicia.
La ruta discurre a lo largo del río y se van recorriendo diferentes molinos antiguos de agua. La ruta termina en el monasterio de Armenteira. Es una zona muy verde y natural donde se atraviesan campos de maíz y viñedos de Albariño. La recompensa al final de la ruta es comer en un restaurante junto al monasterio, aunque luego hay que volver a bajar caminando, merece mucho la pena.
Otra de las cosas imprescindibles que hacer aquí es visitar las Islas Cíes. Forman parte del Parque Nacional de las Islas Atlánticas.
Hay un ferry que sale diariamente en temporada alta desde Vigo, Cangas o Baiona. Nosotros cogimos el ferri desde Cangas ya que pudimos aparcar el coche gratis todo el día. Sin embargo en Vigo es difícil encontrar aparcamiento pero el ferry hace la ruta Cangas-Vigo-Cíes y viceversa. El precio son unos 17 euros por persona ida y vuelta y desde hace un tiempo es necesario pedir un permiso de entrada al parque debido a la masificación. Es gratis y se puede hacer por Internet, en el siguiente enlace:
Permiso Islas Cíes
Las islas no tienen nada que envidiar al Caribe y existe la posibilidad de hacer varias rutas por allí.
Otro de los lugares imprescindibles en esta zona es el cabo Home, famoso por las fotografías de la caracola que seguro que habéis visto ya.
No podéis iros de esta zona sin ver los faros. El faro de cabo Home aparecía en el anuncio promocional de Galicia este verano.
El faro rojo, es el de punta Robaleira. Cuando fuimos a verlo estábamos solos porque a pesar de ser verano, ese día hacía frío y estaba medio lloviendo, sin embargo nos tumbamos a disfrutar de la playa de Melide que teníamos para nosotros solos. Eso es lo maravilloso de esta zona, que hay tantas playas, tantas calas y tantos sitios escondidos que puedes disfrutarlos con tranquilidad y además el tiempo cambia enseguida, en un mismo día puede llover y luego salir el sol, perfecto para darse un baño.
Galicia me pareció increíble y volvería una y otra vez. Si todavía no habéis visitado esta zona, os lo recomiendo 100%
La segunda parte de nuestro viaje fue en Asturias. De camino hicimos una parada de un día en Santiago de Compostela. La verdad es que nos pareció muy acogedora y con un ambiente muy especial que dan los peregrinos. Algún día nosotros también haremos el Camino porque todo el mundo dice que te cambia la vida.
Nos alojamos en un hostal en las afueras de Santiago que más bien parecía un motel de carretera de Estados Unidos. El sitio era bastante malo pero en fin, nos hizo mucha gracia el estilo y nos acordaremos siempre de eso.
De camino a Oviedo, donde nos alojaríamos, decidimos desviarnos un poco de la ruta para ver los acantilados de Loiba, que se han hecho muy famosos porque un vecino instaló unos bancos de madera cerca del borde de los acantilados. Hoy en día es un lugar de peregrinaje más. Ese día no había mucha gente pero se forma un circo alrededor con personas haciendo cola para hacerse una foto en el banco. Por supuesto también fuimos parte del circo y nos hicimos las fotos, que son una pasada, pero entiendo el cabreo de los vecinos de la zona.
Nuestra intención era visitar después la Playa de las Catedrales. Otro sitio con problemas de masificación, por lo que pedimos el permiso que solicitan ahora para entrar. Por desgracia, cuando llegamos la marea estaba muy alta y no pudimos ver nada y tampoco podíamos esperar a que bajara porque estábamos de paso y tardaría 3 horas. Esto era lo único que pudimos ver, que no se parecía en nada a lo que habíamos visto en fotos.
Ya en Asturias pero todavía en ruta, paramos a visitar algunos de los pueblos cercanos a Galicia como Luarca, que nos pareció muy acogedor.
Y otro pueblo muy conocido últimamente es Cudillero, también pequeñito pero que merece la pena visitar.
Por fin llegamos a Oviedo. Nos alojamos a las afueras, en el Hotel Ibis situado a los pies del Monte Naranco ya que estaba muy bien de precio y había mucho sitio donde aparcar, además Oviedo no es muy grande y podíamos llegar al centro en bus.
Nos enamoramos tanto de esta ciudad que de hecho lo consideramos un posible sitio para vivir en el futuro porque lo tiene todo.
En Oviedo lo mejor es pasear y perderse por sus calles y disfrutar de la gastronomía. Para tener una panorámica de la ciudad se puede subir al monte Naranco. Además por el camino, se encuentran los famosos monumentos prerrománicos; la Iglesia de San Miguel de Lillo y la Iglesia de Santa María del Naranco. Los tres arcos frontales de esta última inspiraron el famoso símbolo del turismo en Asturias.
Desde Oviedo se pueden visitar otras ciudades y pueblos con encanto como Gijón, al que solemos ir a hacer surf, Avilés que no es muy turístico pero cerca se encuentra la Playa de Salinas donde también se practica el surf y el Cabo de Peñas con su faro.
Villaviciosa nos sorprendió gratamente ya que paramos por casualidad. La verdad es que nos dio tiempo a recorrerlo todo y a disfrutar con tranquilidad de pueblos pequeños como Luanco, donde comimos el mejor pulpo del mundo (aunque era gallego) o Lastres, situado en un alto y que no es muy conocido.
Una de las rutas que hicimos fue la ruta de la piedra y el agua, que empieza cerca del municipio de Meis. Esta ruta, además de otros lugares, la conocimos gracias a la recomendación de una chica que sigo en Instagram que vive por esta zona y tiene unas fotos increíbles de Galicia.
La ruta discurre a lo largo del río y se van recorriendo diferentes molinos antiguos de agua. La ruta termina en el monasterio de Armenteira. Es una zona muy verde y natural donde se atraviesan campos de maíz y viñedos de Albariño. La recompensa al final de la ruta es comer en un restaurante junto al monasterio, aunque luego hay que volver a bajar caminando, merece mucho la pena.
Otra de las cosas imprescindibles que hacer aquí es visitar las Islas Cíes. Forman parte del Parque Nacional de las Islas Atlánticas.
Hay un ferry que sale diariamente en temporada alta desde Vigo, Cangas o Baiona. Nosotros cogimos el ferri desde Cangas ya que pudimos aparcar el coche gratis todo el día. Sin embargo en Vigo es difícil encontrar aparcamiento pero el ferry hace la ruta Cangas-Vigo-Cíes y viceversa. El precio son unos 17 euros por persona ida y vuelta y desde hace un tiempo es necesario pedir un permiso de entrada al parque debido a la masificación. Es gratis y se puede hacer por Internet, en el siguiente enlace:
Permiso Islas Cíes
Las islas no tienen nada que envidiar al Caribe y existe la posibilidad de hacer varias rutas por allí.
Otro de los lugares imprescindibles en esta zona es el cabo Home, famoso por las fotografías de la caracola que seguro que habéis visto ya.
No podéis iros de esta zona sin ver los faros. El faro de cabo Home aparecía en el anuncio promocional de Galicia este verano.
El faro rojo, es el de punta Robaleira. Cuando fuimos a verlo estábamos solos porque a pesar de ser verano, ese día hacía frío y estaba medio lloviendo, sin embargo nos tumbamos a disfrutar de la playa de Melide que teníamos para nosotros solos. Eso es lo maravilloso de esta zona, que hay tantas playas, tantas calas y tantos sitios escondidos que puedes disfrutarlos con tranquilidad y además el tiempo cambia enseguida, en un mismo día puede llover y luego salir el sol, perfecto para darse un baño.
Galicia me pareció increíble y volvería una y otra vez. Si todavía no habéis visitado esta zona, os lo recomiendo 100%
La segunda parte de nuestro viaje fue en Asturias. De camino hicimos una parada de un día en Santiago de Compostela. La verdad es que nos pareció muy acogedora y con un ambiente muy especial que dan los peregrinos. Algún día nosotros también haremos el Camino porque todo el mundo dice que te cambia la vida.
Nos alojamos en un hostal en las afueras de Santiago que más bien parecía un motel de carretera de Estados Unidos. El sitio era bastante malo pero en fin, nos hizo mucha gracia el estilo y nos acordaremos siempre de eso.
De camino a Oviedo, donde nos alojaríamos, decidimos desviarnos un poco de la ruta para ver los acantilados de Loiba, que se han hecho muy famosos porque un vecino instaló unos bancos de madera cerca del borde de los acantilados. Hoy en día es un lugar de peregrinaje más. Ese día no había mucha gente pero se forma un circo alrededor con personas haciendo cola para hacerse una foto en el banco. Por supuesto también fuimos parte del circo y nos hicimos las fotos, que son una pasada, pero entiendo el cabreo de los vecinos de la zona.
Nuestra intención era visitar después la Playa de las Catedrales. Otro sitio con problemas de masificación, por lo que pedimos el permiso que solicitan ahora para entrar. Por desgracia, cuando llegamos la marea estaba muy alta y no pudimos ver nada y tampoco podíamos esperar a que bajara porque estábamos de paso y tardaría 3 horas. Esto era lo único que pudimos ver, que no se parecía en nada a lo que habíamos visto en fotos.
Ya en Asturias pero todavía en ruta, paramos a visitar algunos de los pueblos cercanos a Galicia como Luarca, que nos pareció muy acogedor.
Y otro pueblo muy conocido últimamente es Cudillero, también pequeñito pero que merece la pena visitar.
Por fin llegamos a Oviedo. Nos alojamos a las afueras, en el Hotel Ibis situado a los pies del Monte Naranco ya que estaba muy bien de precio y había mucho sitio donde aparcar, además Oviedo no es muy grande y podíamos llegar al centro en bus.
Nos enamoramos tanto de esta ciudad que de hecho lo consideramos un posible sitio para vivir en el futuro porque lo tiene todo.
En Oviedo lo mejor es pasear y perderse por sus calles y disfrutar de la gastronomía. Para tener una panorámica de la ciudad se puede subir al monte Naranco. Además por el camino, se encuentran los famosos monumentos prerrománicos; la Iglesia de San Miguel de Lillo y la Iglesia de Santa María del Naranco. Los tres arcos frontales de esta última inspiraron el famoso símbolo del turismo en Asturias.
Desde Oviedo se pueden visitar otras ciudades y pueblos con encanto como Gijón, al que solemos ir a hacer surf, Avilés que no es muy turístico pero cerca se encuentra la Playa de Salinas donde también se practica el surf y el Cabo de Peñas con su faro.
Villaviciosa nos sorprendió gratamente ya que paramos por casualidad. La verdad es que nos dio tiempo a recorrerlo todo y a disfrutar con tranquilidad de pueblos pequeños como Luanco, donde comimos el mejor pulpo del mundo (aunque era gallego) o Lastres, situado en un alto y que no es muy conocido.
Llegamos incluso a Llanes, aunque nos faltó mucho por ver de esta zona, sí que pudimos ver por ejemplo, la playa de Gulpiyuri, que es la única playa de "interior" que hay en España. Es algo único y muy curioso. La playa no está en el borde del mar sino que se encuentra en el interior del campo y está separada del mar por un acantilado. Un agujero en las rocas es lo que permite que pase el agua y se forme la playa. El acceso a este lugar es complicado y no tiene muchas indicaciones. La playa es muy pequeña por lo que enseguida se llena.
Nos alojamos también en Ribadesella en un hotelito rural con mucho encanto regentado por una familia adorable que vivía allí. La playa de Ribadesella es muy grande y también perfecta para hacer surf y donde hay varias escuelas.
Algo imprescindible en Asturias es visitar los lagos de Covadonga, en los Picos de Europa. Se puede subir con el coche hasta arriba antes de las 7:30 de la mañana. Más tarde de esa hora es necesario subir en transporte público. El trayecto es bastante complicado pero merece la pena subir de madrugada y ver amanecer desde allí. Por el camino y por todo el campo hay vacas y cabras sueltas, es una maravilla.
En el siguiente enlace tenéis más información de horarios y tarifas: Información Covadonga
Al bajar paramos en el santuario de Covadonga y visitamos la basílica y la cueva, que no siempre está abierta al público.
Por último, nos desplazamos al interior de Asturias para alojarnos en Tineo, un pueblo poco turístico, perfecto para dormir de forma económica.
Desde aquí fuimos hasta la Reserva Natural de Muniellos donde hicimos una ruta de senderismo.
Si os interesa la montaña, en este parque hay rutas de diferente dificultad. Es necesario solicitar un permiso ya que solo se permite la entrada a 20 personas al día. A la entrada hay una caseta donde hay que presentar el DNI y donde os informarán muy bien sobre qué ruta hacer según vuestra condición física.
Podéis solicitar el permiso en el siguiente enlace:
Para finalizar el viaje, fuimos a Cangas del Narcea para ver las fiestas del Carmen, famosas por su descarga, para los que no sepáis lo que es, os dejo el enlace de un reportaje que lo explica a la perfección y sobre todo que transmite la intensidad con la que lo vive la gente de allí. Descarga de Cangas del Narcea
En total estuvimos 20 días de viaje que dieron para mucho, recorrimos todo sin prisa, disfrutando de cada momento y sin agobios. Fue un viaje increíble que espero que os haya inspirado para visitar algunas de estas zonas. Hasta pronto.